El médico frunció el ceño.
— ¿Se dejó ver?— pregunté.
Después: el anuncio violento de una mala medición, una infinidad de posibilidades aberrantes.
Fue el fin de los que habíamos sido.

Una brisa fresca y húmeda atravesaba la ciudad ese 11 de marzo. Habíamos llegado a la clínica un poco más ansiosos que lo habitual, nerviosos, emocionados: en la sala de espera, Camilo le hablaba a la panza y le susurraba que se dejara ver. Cuando entramos al consultorio, todo era penumbra: aprenderíamos, con el tiempo, que la oscuridad es el hábitat natural de los ecografistas.
El médico me daba indicaciones. Yo inspiré profundo. Aunque no podía contener las lágrimas de emoción, me predispuse a disfrutar: estaba escuchando los latidos del corazón de mi hijx, galopando vida dentro de mi útero; nadaba con placidez en las aguas amnióticas.
Hasta que explotó el silencio, la rigidez en el gesto, el anuncio inesperado. Nuestro universo ahora intentaba alojar nuevos términos que googleamos en el auto de regreso a casa.
— ¿Trisomías o trisonomías? ¿Cómo se escribe? —le pregunté a Damián.
Pude leer sobre la 21. No me alcanzó el coraje para la 13 ni para la 18.
Nuestro viaje cambiaba de rumbo: aparecían caminos alternativos.
Aturdidos, no podíamos comprender: minutos atrás divagábamos entre nombres posibles. Si era nena, se llamaría Galia; si era nene, Itzio. Hasta ese momento, esa había sido nuestra ingenua preocupación.

Nos encerramos, nos aislamos y nos cobijamos.
El celular sonó un mediodía. La voz del genetista, la que se cree autorizada, nos confirmaba el diagnóstico.
Para ellos, un feto y un error cromosómico.
Para nosotrxs, nuestro hijo y un cromosoma extra.
Para ellos, el fin de la pesadilla de la mano de un misoprostol.
Para nosotrxs, el inicio de nuestra mayor transformación.
Días después, entendimos que era tiempo de honrar las pieles que nos habían llevado hasta ahí: despedimos ese hijo imaginario para darle la bienvenida al que estábamos esperando.
La aventura comenzaba justo a tiempo: León llegó a nosotrxs como una bocanada de aire fresco.

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